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Oficina Internacional de Subversión Popular

Muditos

FRANCESC–MARC ÁLVARO
(La Vanguardia, 04/02/2004)

Se nos dijo que no habría preguntas. Tanto Josep Lluís Carod-Rovira como Pasqual Maragall comparecieron la semana pasada ante la prensa para leer sus declaraciones sobre el gran asunto político de moda, pero no aceptaron las preguntas de los periodistas. Por lo menos, antes, Jordi Pujol aceptaba el juego, aunque luego siempre podía echar mano de su conocida frase para eludir el bulto: “Avui, no toca”. Pujol, con su rechazo a medida, aceptaba la naturaleza humana de los periodistas, mientras que los que hoy gobiernan (o tratan de hacerlo) asimilan, con su tajante prohibición, la presencia del profesional de la información a la del figurante, mueble o elemento de decoración. Carod y Maragall salieron a decir sus cosas sobre la entrevista del primero con ETA y se limitaron a leer un papel que se podría haber enviado por correo electrónico a las redacciones. Todos los periodistas convocados a sus comparecencias tuvieron que quedarse con docenas de preguntas en el bolsillo. Los ciudadanos, para los que trabaja la prensa, también se quedaron a medias. Fue digno de un país bananero.

Es muy instructivo acerca del carnaval que nos rodea comprobar cómo este particular no preocupó demasiado a los sindicatos de periodistas, ni a los periodis-tas amigos de Maragall, ni a la decana del Col·legi de Periodistes de Catalunya, quien ayer precisamente fue designada nueva directora de Catalunya Ràdio. Cabe suponer que el pluralismo informativo –que tanto y tan pesadamente preocupaba antes de las elecciones catalanas– incluye el derecho del periodista a preguntar al político de turno, sobre todo cuando hay graves cuestiones en el aire. Lo contrario supone la sustitución del papel mediador del periodista por el de mero copista. Escribas muditos.

¿Nos interesa defender el papel del periodista siempre o sólo cuando gobiernan aquellos que no nos gustan? ¿Nos creemos el pluralismo siempre o únicamente cuando están en juego las sillas y los sueldos de la aristocracia de los medios públicos? ¿Nos gusta más que Maragall y Carod no nos permitan ni abrir la boca o que Pujol nos espete que nuestra pregunta no procede? ¿Son más verdad o más desprecio los silencios totales de Maragall y Carod o los silencios aleatorios de Pujol?

El recordado Ramon Barnils decía que el periodista debía colocarse siempre enfrente de los políticos, en un sentido dialéctico y funcional. Nunca al lado, encima ni debajo. Ante cualquier situación, enfrente de los políticos, incluidos aquellos que el periodista pueda sentir más cercanos. ¿Por qué frente a ellos? Porque es la mejor ubicación para formular preguntas. Y el periodista es, en primer lugar, alguien que pregunta y repregunta.

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